Aunque los republicanos en el Congreso le pusieron sobre el escritorio finalmente un gran logro legislativo con la reforma tributaria que ambos prometieron durante la campaña política, el presidente Donald Trump entrará a su segundo año de gobierno con un escenario incierto y donde su presidencia enfrentara un determinante juicio de los electores.
La reciente elección especial en Alabama, donde un demócrata ganó un escaño senatorial por primera vez en 28 años, fue vista no sólo como consecuencia de la controversia en torno a un candidato acusado de acosar sexualmente a menores de edad, sino también como repudio al mandatario, quien abrazo sin tapujos esa candidatura.
Pese a su insistencia en presentar la suya como una administración sin parangón en la historia política, Trump ha presidido un gobierno en casi permanente estado de controversia, a la defensiva y con la sombra de la sospecha que lo acompañará mientras persista la investigación del fiscal especial sobre los contactos de su campaña con funcionarios del gobierno de Rusia.
La última de las encuestas colocó su nivel de aprobación en apenas 35 por ciento, el más bajo para un presidente estadunidense en su primer año de gobierno, en casi 70 años, mostrando la notable erosión del apoyo entre los votantes independientes, muchos de los cuales votaron por Trump en la elección de noviembre del 2016.
Empero la vocera presidencial Sarah Sanders adjudicó esta caída en el apoyo popular al mandatario a la negativa cobertura que la prensa nacional ha dado a su presidencia, al considerar que las noticias sobre su jefe han sido negativas en un 90 por ciento.
“He enlistado un número de cosas que han sido de naturaleza bastante histórica en el primer año. Si la gente se enfocara más en esas cosas que en la prensa, creo que esos números serían mucho más altos”, dijo cuando fue cuestionada al respecto el martes, durante una conferencia de presa.
A pesar de que los republicanos controlan el Congreso, Trump no pudo derogar y reemplazar la Ley Asequible de Salud o Obamacare, una de sus principales promesas de campaña, evidenciado las fisuras al interior de su partido, y la difícil relación que ha mantenido con algunos legisladores de su bancada, en particular en el Senado.
En menos de un año su gabinete ha sufrido ajustes derivados de controversias y pugnas internas, que en algunos casos podrían tener ramificaciones que lo alcancen.
En febrero pasado, menos de un mes después de haber asumido como asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el general retirado Michael Flynn fue despedido del cargo por mentir al vicepresidente Mike Pence sobre los alcances de sus conversaciones con funcionarios del gobierno ruso.
Durante los siguientes siete meses, Trump sustituyó a su jefe de gabinete, Reince Pribius, aceptó la renuncia de su primer jefe de prensa, Sean Spicer, y despidió a su jefe de comunicaciones, Anthony Scaramucci, apenas 11 días después que éste asumió el cargo en medio de una tormenta interna que resultó en la salida de ambos.
En septiembre último, el secretario de Salud, Thomas Price, renunció a su cargo tras el escándalo que se produjo tras la revelación de que había utilizado aviones del gobierno para fines personales, por un factura de al menos un millón de dólares.
Aunque el mandatario ha sido exitoso en el desmantelamiento de muchas de las regulaciones implementadas por el gobierno del presidente Barack Obama, y ha podido implementar su prohibición migratoria extendida, la construcción del muro en la frontera con México, otra de sus promesas notables, parece incierta hasta ahora.
Sus decisiones para sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Cambio Climático de Paris y reconocer a Jerusalén como capital de Israel, entre otras, han provocado también tensiones con importantes y estratégicos socios, incluyendo su demanda de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Trump iniciará en enero su segundo año de gobierno bajo la sombra de la investigación del fiscal especial Robert Mueller, quien parece ahora tener la cooperación de Michael Flynn, quien el pasado 1 de diciembre se declaró culpable de haber mantenido al FBI, como parte de un acuerdo con esa fiscalía.
En octubre pasado, Mueller logró que un gran jurado federal encauzara criminalmente al exgerente de campaña de Trump, Paul Manafort, y su socio, Rick Gates, quién fue también parte de la campaña, acusando a ambos de lavado de dinero y operar en Estados Unidos como un agente extranjero, sin estar registrado para ello.
Logró además asegurar la cooperación de George Papadopulos, quien fuera asesor de política exterior de la campaña de Trump, señalado como uno de los que buscaron contactos con el gobierno de Rusia, y quien al igual que Flynn, se declaró culpable de mentir al FBI.
La persistencia de la investigación y sus posibles ramificaciones a partir de la colaboración de Flynn será una fuente permanente de distracción para Trump, quien ha dejado patente su malestar sobre la pesquisa, aunque ha prometido que el resultado final será su exoneración, si bien expertos estiman que esta podría prolongarse todo el 2018.
Si el resultado de la elección en Alabama constituyo una suerte de referendo temprano sobre su presidencia y su estilo de gobernar, Trump enfrentará entonces una prueba mayor en las elecciones legislativas, o de medio término, que tendrán lugar en noviembre del 2018.
Aunque el mandatario no estará en la boleta electoral en esas elecciones, el nivel de respaldo que tenga su presidencia será importante en estados donde el curso de la elección puede ser determinado por los votantes independientes, si bien el mandatario ha perdido terreno entre su base original.
Una nueva encuesta conjunta de la televisora NBC y el diario The Wall Street Journal dada a conocer este miércoles reveló que apenas un tercio de quienes votaron por Trump en noviembre pasado lo harán de nueva cuenta en el 2020, en la eventualidad de que el mandatario decida buscar su reelección.
Apenas 18 por ciento de los encuestados dijeron que apoyarán a Trump ‘definitivamente’, mientras otro 18 por ciento dijo que ‘probablemente’ le daría su voto, mientras un sólido 38 por ciento manifestó que votaría en su contra, y 14 por ciento declaró que probablemente votara por un demócrata.
Fuente: Notimex