Estados Unidos tiene que hacer frente a su propia decadencia económica teniendo como trasfondo o contexto histórico la feroz competencia de la República Popular China. Además, nuestro vecino país del norte afronta una América Latina (AL) que oscila entre políticas liberales y neoconservadoras, lo cual propicia un balance inestable, señalaron especialistas.
José María Calderón Rodríguez, del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), explicó que la Unión Americana se encuentra en una fase de profundo declive y algunas de las estrategias económicas que plantea el presidente Joe Biden van en el sentido de hacer frente a esa decadencia.
En la sesión “Perspectiva de las relaciones Estados Unidos-América Latina y el Caribe en la era Biden”, del Seminario permanente de Análisis Político de América Latina y el Caribe “Eduardo Ruiz Contardo” de esa entidad académica expuso que para el mandatario estadounidense es importante crear millones de empleos y construir una base que le permita una modernización de la economía nacional y enfrentar a la china.
En EU, expuso el experto, el gasto militar ha sido mayor que en infraestructura; lo contrario ha ocurrido con el gigante asiático: a partir de 2018 su inversión en este rubro fue 10 veces mayor a la de la Unión Americana.
Si hay un crecimiento de la economía norteamericana habrá un incremento de las remesas hacia nuestro país (tan sólo el año pasado se recibieron más de 40 mil millones de dólares, cifra récord), así como en las exportaciones mexicanas, señaló Calderón Rodríguez.
El problema de EU con AL es el hecho de que varios países, sobre todo en la última década, han tenido una creciente relación económica y comercial con China, que de 2010 a 2020 fue cercana a los 200 mil millones de dólares. “Latinoamérica se convirtió, para el gigante asiático, en su socio comercial más dinámico, por lo que ahora nuestro vecino del norte quiere una especie de recuperación del continente”.
En tanto, José Antonio Hernández Macías, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, coincidió en que no se puede entender la posición de EU frente AL sin el contexto global, de transición hegemónica o “difusión del poder”, donde China tiene mayor presencia, pero también países como Rusia.
“Este es el reto principal de Estados Unidos a escala internacional: la pérdida de sus espacios tradicionales, hoy en manos de China, quien desde hace años le viene ganando la competencia económica y tecnológica”.
Esa “guerra” pasa por lo estratégico: energía, materias primas, control de los mares y, ahora, las vacunas. Además, el país asiático ha desbancado a EU como principal socio comercial en diversos países latinoamericanos. Por ello, en el vecino país “hay un consenso bipartidista de que debe haber un golpe de timón, en este contexto de perdida de hegemonía”.
Durante su gobierno, Donald Trump se dedicó a antagonizar y a hostigar a aliados y socios en Latinoamérica y en otras regiones. Dividió al mundo en amigos y enemigos, con simpatía por gobiernos conservadores como los de Brasil y Colombia, y ataques y amenazas contra otros como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Y a nivel interno, Joe Biden heredó un país completamente polarizado, en crisis económica y de salud.
José Antonio Hernández expuso que uno de los cambios importantes que se prevén en la política exterior de EU hacia América Latina es la mayor presión en temas como corrupción y derechos humanos.
A su vez, Raúl Benítez Manaut, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, señaló que hace pocos días se hizo público el primer documento estratégico global de la administración Biden, en el cual México aparece como parte de la región de América del Norte; es decir, “geopolíticamente hablando, la nueva administración piensa en una América del Norte integrada; en cambio, el año pasado, para el gobierno de Trump, nuestro país aparecía como parte de América Latina”.
Ahí se establecen problemas globales que amenazan la seguridad de EU, algunos relacionados con nuestra región: la pandemia y su manejo; medio ambiente y clima; crimen organizado y migración. Respecto a este último rubro, tan sólo el mes pasado el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) capturó a 172 mil 331 personas no documentadas, 40 por ciento mexicanas. “La crisis por la COVID y la falta de crecimiento económico de nuestro país provoca la búsqueda de una salida laboral”. Sin embargo, ese flujo migratorio es imposible de soportar para la economía estadounidense y alimenta a la derecha racista, concluyó.
Para Luis Arriola Vega, de El Colegio de la Frontera Sur, habrá concesiones en la política migratoria interna de EU, como aprobación para los dreamers y quizás una reforma para regularizar a los migrantes quienes se encuentran en territorio estadounidense, pero el gobierno mantendrá una línea dura hacia afuera.
Un problema que se enfrenta ahora es el aumento de la migración de menores no acompañados: en marzo se reportaron 19 mil en territorio estadounidense, cerca de la frontera, más del doble que en febrero. Además, hay razones para pensar en un repunte de la migración mexicana hacia el norte. Ante ese escenario, “van a prevalecer las medidas de contención”.
Fuente: UNAM