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Más fácil, culpabilizar a las mujeres de la violencia

De acuerdo con los últimos datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en México, hay un registro de nueve mujeres desaparecidas por día, muchas de ellas víctimas de trata de personas, abuso sexual o feminicidio. Esta cifra dispara las alertas, genera protestas ciudadanas y muestra la crisis de violencia machista contra las mujeres que se vive en nuestro país.

Para entender el contexto de este flagelo que se acentúa cada vez más con el correr del tiempo, es necesario establecer que parte estructural en este problema es el patriarcado, es decir, un orden social genérico cuyo paradigma es la valoración de los hombres, de lo masculino, por encima de lo femenino y su opresión. “El patriarcado configura escenarios de violencia vinculados a la noción de masculinidad que ponen en riesgo a los hombres y a las mujeres”, dice a Gaceta UNAM Nelly Lucero Lara Chávez, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).

En este sentido, “es más fácil que las sociedades culpabilicen a las mujeres que asumir una responsabilidad social en términos de que no se está garantizando la vida de todas ellas, y entonces, aparecen expresiones patriarcales como: la asesinaron porque andaba sola en la noche, porque traía falda o porque no se cuidó, que limitan y coartan la vida de las mujeres y que aceptan y hasta normalizan la violencia cometida contra ellas”.

La burla, las agresiones, el odio de muchos hombres hacia las mujeres, las expresiones misóginas en discursos cercanos, por ejemplo, alguien de la familia está embarazada y lo primero que se le señala es “ojalá que sea un niño, porque las niñas la tienen más difícil”, se devalúa la existencia de las mujeres, se les vuelve prescindibles y se convierte en un elemento que se pone de manifiesto cuando se comete feminicidio.

“Ése representa la violencia extrema en contra de las mujeres, es decir, antes de eso ellas ya habían sufrido violencia económica, emocional, física y patrimonial, indicadores que sirven para darnos cuenta de que vivimos en sociedades violentas hacia las mujeres”, puntualiza la especialista en temas de género.

Refiere que el feminicidio es una construcción de la teoría feminista, “para nombrar el asesinato de las mujeres por su condición de género que no podía ser considerado como otra forma de asesinato u homicidio”.

¿Quién la genera?

Si bien la violencia cometida entre hombres la ejecuta otro hombre, “cuando hablamos de las mujeres la mayoría de quienes ejercen violencia contra ellas son los hombres, y esto ya devela un rostro en términos genéricos sobre cómo es que se construye y quiénes están ejerciendo la violencia. Este punto nos ayuda a comprender la desigualdad social en la cual todavía nos encontramos como mujeres y el gran trabajo que todavía hay por delante para erradicar esta configuración”.

Señalar que la responsabilidad absoluta de la educación y la crianza de los hijos recae sobre las mujeres es una expresión misógina, orientada a descalificar sus labores, la ausencia o presencia de un padre, los medios de comunicación y el contexto familiar involucrados en la formación de un menor también tienen una participación importante.

“Incluso las mujeres hemos sido socializadas dentro de estos marcos interpretativos; por esto, es importante tener una gran conciencia de género por parte de los hombres, pero también de ellas para hacer una transformación que realmente nos ayude a todos y a todas a generar sociedades y vínculos muy distintos.”

En opinión de Lara Chávez, el Estado mexicano no ha cumplido con su función de dar seguridad a sus ciudadanos, en especial a las mujeres.

Finalmente, la académica pondera la necesidad de que los hombres transformen su concepción con respecto a la relación con las mujeres, “para que generemos sociedades mucho más igualitarias, se eliminen expresiones de violencia y de opresión en contra de ellas, y para que se logre erradicar este rostro de la violencia extrema expresado mediante el feminicidio, dejar de ver a la violencia de género como algo normal y natural”.

Fuente: Gaceta/UNAM

“No cedimos espacios, el crimen organizado nos los arrebató”

Uno de los grandes detonantes para que sigan sucediendo los feminicidios es la impunidad, la cual se ejerce de tal forma que pareciera que es un permiso para seguir cometiendo actos delictivos, afirma Karla Salazar Serna.

Tenemos que remontarnos a Ciudad Juárez, agrega en conversación con Gaceta UNAM, a los casos del principio del milenio, cuando se hablaba tanto de las muertas de ese lugar, de las desapariciones, pues desde ahí comienza este fenómeno.

El gran peligro es la falta de memoria, acota. “En este país tenemos la necesidad muy importante y urgente, incluso, de construirla. Cuando conocí a Rita Segato ella nos decía que su experiencia en Ciudad Juárez incidió sobre su salud, tanto mental como física, además de las amenazas directas para que dejara de investigar el tema”.

Tenemos un compromiso como sociedad de construir memoria, precisa la exposdoctorante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), “porque a las muertas de Juárez no se les ha dado seguimiento ni justicia restaurativa a los familiares. No hay, inclusive, la construcción de la memoria para recordarlas de una manera digna. El caso de Debanhi en Nuevo León (adolescente que apareció muerta en circunstancias aún no aclaradas por las autoridades) es la punta del iceberg. En ese estado ya hay un registro de 2007 de mujeres desaparecidas; cada año ocurre pero sólo este año se ha visibilizado. Lo preocupante no es únicamente el incremento de uno, dos o tres casos por mes, sino la permanencia del delito”.

Las desapariciones durante muchos años no se denunciaron porque había amenazas continuas, puntualiza. “¿Cuántas personas no están desplazadas en este momento de sus lugares de origen porque se les ocurrió denunciar, hacer colectivos?”

La académica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas dice que no cree que hayamos cedido espacios ante el crimen organizado, “nos los arrebataron y viene desde las políticas de seguridad del sexenio 2006-2012 y las de estructura de vivienda, porque todo ello coartó la relación social de los jóvenes”.

Trata de personas

Recordemos que de cada cien casos del delito de trata aproximadamente sólo uno se denuncia, señaló. “Hay una resistencia de las fiscalías por registrar los delitos de trata como tales. No lo hacen. En uno de mis estudios en Morelos hice un registro precisamente de casos de trata, en donde había una negación absoluta de registrarlos como tales y de darles un seguimiento y entonces se da la revictimización y la oportunidad de que los delitos se sigan perpetuando”.

Permea una cultura patriarcal y se reproduce, reflexiona. “En Tamaulipas, por ejemplo, no se puede hablar en voz alta de los delitos de desaparición, de feminicidios. No hemos discutido, no hemos desestructurado la cultura patriarcal de manera suficiente en los ámbitos universitarios donde tendríamos más factores para desarticularlo, entonces imaginemos los demás. Las fiscalías siguen criminalizando a las mujeres de su propia desventura”.

Explica que son las familias las que siguen buscando y siguen investigando. La mayoría de la población conoce un caso de desaparición cercano. No estamos comprendiendo. Es tan doloroso y complejo que caemos en la simplicidad”.

Desde el principio decidió que no le bastaba explicar la violencia. “Desde el ámbito académico, el ámbito universitario, tenemos que apostarle a una ciencia de incidencia social, una ciencia que permita transformar. No solamente la producción de artículos, de libros que a veces nadie lee. ¿Cómo se construye un camino de resiliencia para los miles de padres que están buscando a sus hijas? Recordemos que son cerca de 26 mil mujeres desaparecidas, entonces cómo acercamos factores que permitan construir caminos resilientes para la niñez. Yo creo que eso es en lo que nos debemos centrar, mediante diferentes disciplinas, en cómo podemos reconstruir un país que se está desgarrando”.

A veces sólo nos dejamos impactar por un momento y eso hay que visibilizarlo, abunda. “Se deben generar procesos de empatía social, el abrazo social se debe de construir con el reconocimiento de lo que estamos viviendo no es normal y no se debe de normalizar. No porque desde hace 20 años vivamos una violencia extrema tenemos que adaptarnos a ella o conformarnos con las acciones que se realizan. Debemos ser sujetos críticos, hacer críticas duras a nuestros gobiernos, no sólo censuras mediáticas, sino críticas profundas. No basta con escuchar y abrir espacios para la escucha, hay que fortalecer los mecanismos para la vinculación entre la federación y los estados porque ahí es donde se está perdiendo la humanidad.

Fuente: Gaceta/UNAM