El racismo es un fenómeno complejo que para poderlo entender, aprender y combatir es necesario abordarlo desde un punto de vista interdisciplinario, consideró Olivia Joanna Gall Sonabend, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
Al dictar la conferencia “Las razas no existen, el racismo sí”, comentó que es un fenómeno grave; sin embargo, existe un debate sobre la existencia o no de las razas.
La también coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Racismo y Xenofobia (SURXE), señaló vía remota que se trata de una situación “que parece no querer morir”.
Gall Sonabend expuso que hace más de un siglo se decía que este tipo de discriminación había provocado sufrimiento a diversos grupos, “pero que ya se estaba superando”.
Después de la Segunda Guerra Mundial la humanidad se manifestó porque lo vivido en esa época jamás volvería a ocurrir, que no se permitiría un genocidio más; no obstante, persisten ese tipo conductas que colocan “a personas y grupos humanos en situaciones complejas, de inferioridad a unos y de superioridad a otros”.
La especialista definió al racismo como un sistema social estructural que constituye una forma de sentir, pensar y actuar, construida en torno a una característica específica de la creación de diferencias humanas, llamada racial.
A partir del siglo XVIII esa concepción se convirtió en uno de los más poderosos aparatos clasificatorios y jerarquizantes de las maquinarias de poder creadoras de desigualdad y dominación, agregó la socióloga universitaria.
Aunque no es el único sistema estructural a nivel social, político económico y cultural que crea diferencias radicales en términos de desigualdad, poder y dominación, el racismo actúa junto con otros sistemas como clases, género, diferenciación étnica, etcétera, “lo que complejiza aún más su capacidad de crear desigualdades”.
Gall Sonabend recordó que en 2003 la ciencia concluyó la secuenciación del genoma humano, un avance que demostró plenamente que todos los seres humanos, independientemente de su origen, etnicidad, lengua y color de piel, en su ADN son 99.9 por ciento idénticos, mientras que el uno por ciento de las diferencias genéticas se aloja en su genoma.
Si las sociedades fueran consecuentes con estos resultados, el racismo habría caído al día siguiente de conocerlos, porque “nació a partir de una serie de realidades sociales, políticas y económicas, pero también a partir de supuestos descubrimientos de unas ciencias no solo naturales, sino sociales, que supuestamente demostraban –aunque nunca lo lograron–, que los humanos sí estábamos divididos en razas”.
En consecuencia, la experta planteó: Si la ciencia decimonónica nos llevó a pensar que dicha tesis era cierta, ¿cómo es que la ciencia moderna del año 2000 no nos lleva a considerar lo contrario?
Al concluir, Olivia Joanna Gall manifestó que en México cada quien, desde sus entornos, posibilidades, historias y contextos, debe pensar en cómo combatir este mal social –sin implantar una lucha antirracista–, que necesariamente vaya en todos los países por los mismos derroteros, “aunque finalmente el objetivo es común: erradicarlo hasta donde sea posible, pues se trata de un sistema estructural de poder tremendo y violento”.
Fuente: UNAM