El papa Francisco rechazó el domingo el que se etiquete a los extranjeros y a la gente de escasos recursos como enemigos, al tiempo que honró a los voluntarios de una organización de laicos católicos que ayuda a los refugiados sirios a llegar a Europa.
El pontífice pasó la tarde con la Comunidad de Sant’Egidio, la cual ha mediado acuerdos de paz en África y ha ayudado a los refugiados de guerra a llegar a Italia a salvo. El organismo celebra el 50mo aniversario de su fundación.
“Desde que su comunidad nació, el mundo se ha globalizado”, afirmó el papa en un discurso ante los voluntarios de Sant’Egidio en la antigua Basílica de Santa María en Trastevere, donde esa organización ha albergado a los desamparados en las noches especialmente frías.
“Pero para muchas personas, en especial los pobres, se han levantado nuevos muros”, señaló Francisco. “La diversidad es una oportunidad para la animosidad y el conflicto. Aún falta construir una globalización de la solidaridad y del espíritu”.
La Comunidad de Sant’Egidio ayudó a orquestar un acuerdo de paz para poner fin al conflicto en Mozambique durante la década de 1990, y ha trabajado para promover la reconciliación nacional en la República Centroafricana, en Guinea, Libia y Níger.
La organización caritativa se ha tomado en serio la insistencia del papa de ayudar a los refugiados, para lo cual ha coordinado los vuelos de avión con el fin de organizar “corredores humanitarios” para trasladar a Italia a las personas que huyen de la guerra de Siria.
Un palestino sirio que estuvo en el primer vuelo de ese tipo y que ahora tiene 15 años le contó al pontífice sobre el sufrimiento que vivió su familia, primero en Siria y luego en un campo de refugiados en Líbano. Identificado sólo por su primer nombre, Jafar, señaló que “cuando pienso en Siria, una palabra viene a mi mente: paz”. Posteriormente abrazó al papa.
Francisco también escuchó a Giovanna La Vecchia, quien a los 80 años es un año más joven que Francisco.
La Vecchia, quien como voluntaria hace visitas a personas encarceladas y ayuda a los refugiados recién llegados a aprender italiano, indicó que se rehusó a sentirse inútil en una sociedad que no presta mucha atención a los ancianos.
“Aquí hay una generosidad y un corazón abierto para cualquier persona, sin diferencias”, le dijo el pontífice a los voluntarios.
Durante sus cinco años de papado, Francisco ha motivado a los ciudadanos y a los líderes mundiales a acoger a los recién llegados y a prestar atención a los que ya están marginados en sus sociedades. Su postura ha contrastado con las cambiantes tendencias políticas en Europa y en Estados Unidos.
Francisco describió al mundo como uno que “frecuentemente está habitado por el miedo”.
“Nuestra época se enfrenta a un gran miedo a medida que enfrenta las vastas dimensiones de la globalización”, explicó el papa. “Y con frecuencia el miedo suele dirigirse hacia la gente que es extranjera, diferente o pobre, como si ellos fueran enemigos”.
Fuente: AP