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El aburrimiento, emoción moral y desagradable

El aburrimiento se considera una emoción moral y desagradable. Surge ante circunstancias carentes de estímulos. Se asocia con baja actividad fisiológica, falta de interés y dificultad para concentrarse en una actividad.

Emerge ante la percepción de la falta de fenómenos interesantes para ver, oír o hacer (física o intelectualmente). En ese momento, se desea estar inactivo y no hay un estímulo que sirva para satisfacer el deseo de actividad.

El displacer caracteriza a esta emoción, a causa de la reducción de la activación fisiológica y la desactivación de la conducta. Se le considera también contrapuesta a la diversión y el entretenimiento, elementos que pueden figurar como su solución.

Manifestaciones psicológicas y fisiológicas

El aburrimiento se manifiesta regularmente con conductas pasivas, expresiones de cansancio, bostezos, fatiga, somnolencia e indiferencia y la percepción de que el tiempo transcurre lentamente. Propicia la distracción y la falta de atención. A menudo presenta una postura corporal abatida. Por ejemplo, con el cuerpo encorvado, descansando la barbilla sobre la palma de la mano de un brazo que a su vez se apoya sobre otra superficie. Se acompaña de expresiones faciales de apatía o ligero disgusto, un tono de voz monótono y el deseo o impulso por cambiar de circunstancia.

Función

El aburrimiento es intrínseco al ser humano. Es raro encontrar a alguien que afirme que nunca se aburre. Este estado emocional informa al organismo sobre una experiencia carente de gratificación. Tiene la función de alentar al individuo para hacer un mejor uso de su tiempo y llevarlo a la búsqueda de nuevas metas, cuando las anteriores ya no le satisfacen. De esta manera, genera apetito de nuevas experiencias, de aprender, de desarrollar habilidades y competencias que le resulten benéficas en un momento determinado.

En resumen, ayuda a establecer nuevos objetivos e impulsa a explorar alternativas diferentes a una determinada situación carente de estímulos.

Importancia de trabajarlo

El aburrimiento es positivo porque fomenta la curiosidad. Sin embargo, cuando es crónico se convierte en un estado mental peligroso que daña nuestra salud. Esto porque la búsqueda de mayores estímulos puede llevar a asumir riesgos que, en ocasiones, dañan la salud. Por ejemplo, caer en conductas adictivas o poco saludables e inseguras.

En contextos educativos, puede devenir, por una parte, en alumnos con dificultades para la comprensión del contenido que se enseña en la clase o bien, en el extremo opuesto, en estudiantes que hallan el contenido extremadamente sencillo y, por lo mismo, poco interesante.

Es altamente aversivo. En el mundo laboral, se puede convertir en lo que se conoce como síndrome de burnout, condición relacionada con el agotamiento por exceso de trabajo y con un desinterés que tiene por consecuencias la depresión y la falta de autoestima. Se ha reportado que, a veces, empleadores que desean deshacerse de un trabajador sin incurrir en el costo de un despido, lo transfieren a actividades tan aburridas y poco estimulantes que éste se ve impelido a renunciar.

Consejos y actividades que ayudan

Para afrontar el aburrimiento se puede realizar un esfuerzo cognitivo, propiciando actividades que nos motiven. Por ejemplo:

  • Salir de la rutina. Incluir nuevos retos y metas, aprender cosas nuevas e intentar disfrutar del día.
  • Ejercicio físico. Prioritario para mantener una buena salud psicológica: puede ser de intensidad moderada o bien vigorosa, de acuerdo con la propia condición física y disposición.
  • Actividades recreativas. Dependiendo de los gustos personales, pueden incluir cocinar, juegos de mesa, manualidades, bailar, cantar.
  • Entrenar al cerebro. Reestructurar nuestra forma de pensar sobre un contexto o escenario, para disfrutar también de los momentos menos excitantes.
  • Probar la práctica de la atención plena, la aceptación y la meditación. Enfocarse en el aquí y ahora, interesarse en los detalles menudos del continuo devenir presente, sin preocuparse del ayer y el mañana.
  • En el contexto escolar, para mantener la motivación del estudiante. Hacer actividades didácticas que involucren por lo menos dos estímulos sensoriales.

Fuente: Gaceta/UNAM