El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, dado a conocer este 9 de agosto, significa en palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, un “código rojo para la humanidad”.
Sin precedentes en cientos o miles de años
En todas las regiones de la Tierra se observan cambios en el clima, y en el sistema climático en su conjunto. Muchos de ellos no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios, advirtió ese organismo.
El acelerado aumento de la temperatura global, el cambio en los patrones de lluvia, el incremento de riesgo en las zonas costeras, el deshielo de glaciares y del permafrost (suelo congelado) de zonas muy frías, o los golpes de calor, no son fenómenos que se van a presentar en el futuro; ya están ocurriendo hoy, dijo Cecilia Conde Álvarez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA).
Con lo anterior coincidió Francisco Estrada Porrúa, también del CCA y coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM: “La realidad se impone; estamos comenzando a ver eventos que sucedían cada mil años, más comúnmente, como el domo de calor en Canadá o las inundaciones en Alemania y China”.
Y cada vez pasarán de forma más frecuente, señalaron en entrevista por separado los ganadores del Premio Nobel de la Paz (2007), otorgado a los participantes del IPCC.
La científica explicó que el informe del Grupo de Trabajo I del IPCC, Cambio Climático 2021: Bases físicas –que supone la primera entrega del Sexto Informe de Evaluación (IE6) que se completará en 2022– deja claramente descrito que el calentamiento global se está acelerando.
Este grupo, agregó el universitario, ha sido muy consistente en su mensaje. Desde el primer reporte de evaluación básicamente ha dicho lo mismo, pero cada vez con más certeza: la actividad humana es responsable del cambio climático.
En este informe se ofrecen nuevas estimaciones sobre las probabilidades de sobrepasar el nivel de calentamiento global de 1.5 grados centígrados en las próximas décadas, y se concluye que, a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a incluso a dos grados, será un objetivo inalcanzable.
Además, añadió Conde, prácticamente todas las regiones tienen cambios observados. “Ya no podemos decir que podemos cambiarnos de sitio o de país. El IPCC busca evidencias, y las que hay son muy contundentes, y el acuerdo científico es muy grande respecto a lo que está ocurriendo”.
Estrada opinó que “nos estamos acercando a un punto de quiebre donde el sistema funciona de otra forma. Los mensajes del IE6 son categóricos: tenemos que empezar por la mitigación, y en países como México, impulsar la adaptación”.
Al respecto advirtió que no estamos habituados al clima actual y para lo que viene –“y viene rápido”– mucho menos. Nos va a ir mal si no hacemos algo ya. Los efectos se verán en inundaciones, la productividad agrícola, impactos económicos y la salud. La economía no puede crecer para siempre, exponencialmente, y la tecnología nos salvará; “eso es un mito”.
Para países en vías de desarrollo, como México, será necesario reforzar el servicio meteorológico y los sistemas de alerta temprana, “porque a la gente le empezará a ocurrir cosas que no espera, eventos extremos”, dijo la universitaria. En el territorio nacional se anticipan aumentos de la severidad en la sequía y de las inundaciones, por ejemplo.
Conde Álvarez mencionó que al cambio climático se suman prácticas sociales que incrementan el riesgo de desastres, como asentamientos humanos en zonas de alto riesgo o incendios que se salen de control, como ya ocurrió en Estados Unidos, Grecia o Turquía. Si no tomamos acción hoy, dentro de 10 años sufriremos cambios y temperaturas extremas en mayor medida.
Otra revelación del informe es sobre el papel del metano, uno de los gases de efecto invernadero –junto con el dióxido de carbono (CO2) y el óxido nitroso– que se produce de forma natural por la descomposición de materia orgánica, en sectores como la ganadería y la agricultura, y en especial de la producción de arroz. Aunque el metano y el CO2 son gases del sistema climático y están presentes en la atmósfera, no pueden absorberse de manera natural en selvas, bosques y con la ayuda de algas verdes marinas, porque su cantidad es excesiva.
“Es como si estuviéramos inventando otra atmósfera, con otra composición, donde los gases de efecto invernadero van en incremento debido a la acción humana, ya sea por la quema de combustibles fósiles, deforestación o actividades agropecuarias. Esa es la causa fundamental del calentamiento del planeta, de la transformación de las condiciones climáticas”, puntualizó la experta.
Proyecciones aún mayores
Francisco Estrada explicó que ahora “nos hemos dado cuenta de que los modelos de clima, cuyas proyecciones nos parecían muy severas, en realidad son optimistas. Vemos cómo cambia la intensidad de eventos meteorológicos ante modificaciones relativamente pequeñas en la temperatura global. Nos hemos calentado 1.1 grados, pero a finales de siglo podríamos estar cinco grados por arriba; actualmente vemos lo que los modelos del clima nos decían que podría ocurrir para calentamientos mucho mayores”.
Esas transformaciones, abundó Cecilia Conde, ya han causado pérdidas irreversibles brutales, como la desaparición de incontables especies de flora y fauna, de una enorme biodiversidad alrededor del mundo, y de otras más en “tiempos humanos”, porque esos gases pueden estar centenas de años en la atmósfera. No seremos testigos de la regeneración de bosques, selvas o del océano que hemos dañado por los desechos que hemos depositado en él.
Ante este sombrío panorama, la humanidad aún tiene una oportunidad. Una de las grandes propuestas es tener mayor respeto por las comunidades indígenas, porque en mayor medida ellas son las protectoras de bosques y selvas, y de las áreas con mejor conservación, por la relación cercana que tienen con el medio ambiente.
Asimismo, es indispensable cambiar las prácticas en la agricultura y ganadería por otras, sustentables, e impulsar la agroecología, que considera el cuidado del entorno y la biodiversidad. “Para México es muy importante conservar sus humedales y manglares porque esos ecosistemas capturan CO2 y metano”, planteó Conde.
Por supuesto, es necesario que las naciones adquieran un mayor compromiso en la disminución de la velocidad del cambio climático mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, como lo ha hecho Alemania, recalcó la investigadora.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que tendrá lugar del 31 de octubre al 12 de noviembre de este año en Glasgow, Reino Unido, y donde se reunirán dirigentes de 196 países, así como empresas y expertos, constituye la “última esperanza” para impedir un aumento incontrolado de las temperaturas.
Conde Álvarez destacó el papel de las organizaciones de la sociedad civil, de jóvenes, indígenas y mujeres que “se están movilizando”. O bien, de la industria, que comienza a ver oportunidades en el uso de energías renovables, por ejemplo. En tanto, los consumidores están entrando en la oleada de la economía circular, donde no se propicien desperdicios, y buscan cada vez más productos verdes.
Acciones individuales a realizar
Entre las acciones concretas que cualquier ciudadano puede tomar desde ahora se encuentra: evitar el desperdicio de alimentos, consumir productos locales, reducir la ingesta de carne y ahorrar energía al máximo posible. “Hay experiencias exitosas, invisibles para los medios de comunicación o las redes sociales, de desarrollos comunitarios. Pero no necesitamos estar en un pueblo alejado para contribuir a mejorar el ambiente; en el hogar, en la escuela, en la colonia podemos reverdecer un área o separar los desechos”, ejemplificó la investigadora.
Se requiere que la sociedad esté informada, “conocer más para adaptarnos mejor”. Necesitamos a mucha gente con creatividad, como los jóvenes; es urgente que la sociedad se acerque más al tema, y que especialistas de diferentes disciplinas lo aborden de manera transversal, concluyó Estrada Porrúa.
Fuente: Gaceta/UNAM