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Acoso o bullying puede aprenderse en casa

La insistencia de incomodar a otra persona, denostarla, resaltar ciertas características o actitudes negativas de ella, pueden ser aprendidas, y no corregidas, en su entorno familiar, expone la coordinadora de Psicología Organizacional de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Erika Villavicencio Ayub.

Debido a que el contexto en el hogar propicia conductas hacia el exterior, si al interior existen antecedentes de violencia psicológica, física o de cualquier otro tipo, algún integrante tendrá mayor probabilidad de sufrir o infringir agresión, explica.

El acoso también tiene que ver en gran parte con nuestra cultura, y es muestra de la problemática en general que atraviesa la humanidad, acota la experta.

“Las agresiones son resultado del cúmulo de frustraciones, de necesidades no cumplidas en diferentes aspectos. Por eso, cuando alguien te provoca, puedes reaccionar de manera agresiva debido a que hay personalidades que se les facilita más la reacción hacia la violencia, inclusive han encontrado reforzadores para mantener estas conductas porque les dan resultados que para ellos son satisfactorios: ser el popular, el que controla, el obtener algo en función de mantener estas actitudes”, describe.

Villavicencio Ayub recuerda que el acoso o bullying no es un fenómeno nuevo, porque ha acompañado el desarrollo del ser humano en un sentido de sobrevivencia, “de que gane el más fuerte”; sin embargo, se ha extendido a otros ámbitos o vías “novedosas”, como la digital.

Destaca que las últimas cifras publicadas el año pasado indican un crecimiento significativo del fenómeno. Con base en datos revelados en el First World Report por la organización International NGO Bullying Without Borders, correspondientes a 2020-2021, México registra hasta 180 mil casos reportados de bullying y de ciberbullying.

El primero puede presentarse a partir de edades tempranas, en la niñez; en cambio, el otro fenómeno está más relacionado con los jóvenes porque son quienes tienen mayor interacción con las tecnologías, expone la experta a propósito del Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, que se conmemora el 2 de mayo.

Cabe mencionar que el objetivo de esta conmemoración es concientizar a nivel mundial sobre el riesgo de este fenómeno (presencial y digital) en los menores y jóvenes a nivel mundial, así como buscar los mecanismos para evitarlo.

Esta iniciativa, planteada en 2013 por Javier Miglino, fundador de la organización no gubernamental “Bullying Sin Fronteras”, fue aprobada por la UNESCO el mismo año.

Situación propicia

El ciberacoso, prosigue Villavicencio Ayub, ha crecido de forma exponencial debido al confinamiento y por el auge de las tecnologías. En consecuencia, esta facilidad es aprovechada para alcanzar a miles de personas.

Como es un entorno virtual, a veces en la mente del victimario se considera un juego. Se escuda diciendo: “no, eso no está pasando”. Hemos encontrado personas que no están conscientes de que hay un daño psicológico, asevera Villavicencio Ayub.

Al abundar, señala que el ciberacoso, el cual se realiza en internet, redes sociales, plataformas de juego, mensajería, inclusive telefonía móvil, parte en gran medida del anonimato. “Este fenómeno psicológico, donde la gente se puede esconder, le permite hacer una serie de cosas perversas con mayor facilidad”.

Es reciente porque está alineado o relacionado con las nuevas tecnologías, aquí no hay una sola forma de cómo se presenta, puede ser a través de intimidación, ofensas, maltratos, insultos, chantajes, presiones. El agresor trata de humillar, atemorizar, poner en una situación vergonzosa a la víctima. En ocasiones hasta puede suplantar su identidad y amenazarlo con exponer imágenes o contenido que le afecte, previene la universitaria.

“Tenemos casos lamentables porque pueden llegar a afectaciones en la salud mental e inclusive física, porque la gente se empieza a aislar, puede alterar hábitos de sueño, de alimentación, hemos encontrado autolesiones porque llegan a tener tanta tristeza, miedo, soledad, que es una manera de desahogarse, de depositar un poco el estrés”, afirma la doctora en Salud Ocupacional.

Fuente: UNAM