Durante los meses más críticos de la pandemia por la COVID-19 la cultura, las artes y los procesos sensibles fueron catalogados como actividades no esenciales; sin embargo, mostraron su importancia para la conciencia colectiva, afirma el director de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNAM, Gerardo García Luna Martínez.
El doctor en Bellas Artes y especialista en Arte Urbano expuso que lo anterior quedó demostrado cuando alumnos de esta entidad académica rindieron un homenaje al personal de salud en murales plasmados en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO).
“Muchos sentían que su vocación no tenía ningún compromiso social, que habían elegido banalmente ser artistas o diseñadores, pero mientras pintaban el muro, la gente pasaba, les tocaba el claxon y los felicitaban; reivindicaron su trabajo, volvieron a ver que no solamente somos cosmetólogos de una sociedad de consumo, sino que en la imagen hay un proceso de reivindicación de la conciencia del existir”, asegura.
Y precisa: el compromiso de los diseñadores es producir imágenes que antepongan la dignidad humana e impulsen su potencialidad, inviten a la conciencia, a la realización y no enajenen o nos hagan entes aspiracionales de realidades de las que la mayoría estamos excluidos.
El diseño y las artes, subraya, son más que una profesión, son un modo de vida que les permite, por siempre, tirarse en el suelo a dibujar, a crear y no renunciar a ser niños.
De acuerdo con el experto, es necesario impulsar la alfabetización visual porque al igual que la proliferación de Fake news, se da el consumo de múltiples imágenes que se difunden con gran inmediatez, pero no pasan por filtros gramaticales, culturales, intelectuales que permitan interpretarlas.
Para García Luna Martínez es importante que en las escuelas exista una materia donde se expliquen los elementos que conforman una imagen o comunicación visual.
Por ejemplo, al ver un anuncio publicitario de un perfume que se sepa cuál es el referente de mujer al que se apela, si hay una selección racial, de edad, fisonomía, grupo étnico, nivel socioeconómico y demás elementos que son factores de inclusión o exclusión. “Para tener la ‘posibilidad de leer’ no desde la emoción, sino desde un criterio racional”.
Con motivo del Día Mundial del Diseño, que se celebra el 27 de abril -por iniciativa del Consejo Internacional de Asociaciones de Diseño Gráfico y la Organización de Naciones Unidas- García Luna Martínez afirma:
Hay autores que hablan de una semiósfera -mundo de los signos en el que los humanos interactúan- o de una aldea visual en la que aparentemente existe la globalización de imágenes y se estandarizarían los criterios de referencia, se homologarían los referentes culturales para apuntar a la igualdad, pero no es así.
“En muchas ocasiones el capital diferenciador, lo local, es el esquema de la diferencia natural que como seres humanos nos debemos. Por ello, se debe tener respeto de las formas primigenias ancestrales identitarias, patrimoniales”, agrega.
García Luna Martínez señala que la tecnología ha motivado que prácticamente cualquier persona sea “prosumidor”, es decir, productor y consumidor de imágenes.
Sin embargo, destaca el valor disciplinar, la formación académica y la alfabetización visual, así como el contacto con las grandes obras visuales y culturales, que indudablemente ayudan a tener mayor capacidad de ser elocuentes a través de las imágenes.
“Hoy hay una sobreproducción visual, pero también la necesidad de que haya un proceso consciente, intelectualizado, que permita hacer una mejor comunicación, para que sea trascendente, que facilite construir cultura y que haga trascendente nuestra existencia”, añade.
Mayores oportunidades
El director de la FAD explica que las licenciaturas que esta entidad académica imparte -Diseño y Comunicación Visual, Artes Visuales y Artes y Diseño- suelen estar entre las 10 más demandadas de la UNAM y hoy en día los diseñadores encuentran vetas importantes de desarrollo en la animación, ilustración, lettering, street art, incluso en el tatuaje y las intervenciones estéticas corporales.
El avance de la tecnología ha permitido que, en el caso de la animación, pueda realizarse sin una serie de dispositivos y recursos que antes se requerían. “Ahora con una laptop medianamente potente y descargando softwares libres, uno puede empezar a hacer animación”.
Las redes sociales también ayudan a romper con circuitos y monopolios de la producción audiovisual, por lo cual los diseñadores pueden producir contenido de streaming, y ofrecerlo a diversas compañías o en circuitos independientes de animación.
Fuente: UNAM